
Las uvas utilizadas en la elaboración del vino chileno son variadas y propias de cada región vitivinícola. En general, hay cuatro regiones principales para el cultivo de uvas, las cuales se subdividen en valles que pasan por los andes y se extienden por grandes zonas costeras.
Cada ambiente está sujeto a condiciones climáticas y geológicas, las cuales ayudan al cultivo de cepas de vino chileno específicas. Por este motivo, gracias a la diversidad de suelos y climas, Chile se considera como uno de los países con mayor diversidad de vinos del mundo.
Los vinos tintos y blancos de Chile provienen de plantas con mejor aireación y exposición al sol, lo que les otorga a las uvas una madurez total. De esta manera, el licor cuenta con sabores naturales que se potencian con una buena guarda. Además, también le otorgan un sabor, aroma y características.
Algunas cepas de vinos chilenos
Las cepas cultivadas en este país sirven para la elaboración de dos tipos de vino chileno: blanco y tinto. Una de las más comunes es la uva País, que es tradicional de chile. Incluso, fue una de las más plantadas en los inicios de la producción vitivinícola para elaborar vinos simples. Sin embargo, en la actualidad se cosechan cepas tanto nacionales como extranjeras. Una prueba es el Cabernet Sauvignon, de origen francés.
En el país también se cultivan cepas como la Chardonnay, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon o Merlot. Otra uva especial es la Carménère, que se creía extinta en el mundo hasta que apareció en tierras chilenas.
Asimismo, en las zonas costeras se aprovechan las propiedades de los suelos para plantar Pinot Noirs y Syrah. Estas son las cepas características de las viñas más importantes de chile. Debido a sus sabores únicos, los vinos chilenos se reconocen en todo el mundo.